En verdad, los productores agropecuarios atraviesan dificultades como otros sectores de la economía argentina. No son una isla. Pero a los vaivenes del mercado, deben sumarle la cuestión climática, dificultad que otros actores no tienen como variable. Además, gran parte de la producción que genera el sector son commodities, y ello hace que dependa de los humores del mundo globalizado.
Casi todo lo que consumimos a diario en materia de alimentación viene de la labor de nuestros productores. Ellos invierten, arriesgan, trabajan y en muchos casos, lo que terminan ganando en relación al precio final que llega a la góndola del supermercado resulta ínfimo, casi insólito.
Algunos números ilustran claramente el valor del sector agropecuario para la economía argentina, como la reducida participación del productor en el precio final de los principales productos que consumimos.
“La cadena agroalimentaria tiene una incidencia de casi 13% en el PBI y su efecto derrame en las economías regionales es innegable: cuando el campo levanta, esto se traduce en más pick-ups y maquinarias vendidas, más inversión en ladrillos, y mayor inyección de dinero en las principales ciudades del interior”, asegura José Colombatto, titular de la Sociedad Rural Gualeguaychú (SRG).
En tanto, Enzo Bocalandro, integrante de dicha entidad, explicó que “por ejemplo, el campo genera 1 de cada 11 pesos del Producto Bruto Interno y 1 de cada 10 pesos de la recaudación tributaria nacional de AFIP y las cadenas agroalimentarias generan 1 de cada 6 puestos de trabajo a lo largo y ancho de la Argentina”.
“Esto se contrasta firmemente contra el discurso desgastado y falso de algún sector político ideológico de nuestra ciudad y nuestro país que sindica al campo como no generador de trabajo. Asimismo, esos datos marcan la importancia en el andamiaje de la economía, como la recaudación fabulosa y desmesurada que realiza el Estado a las producciones agropecuarias”, sostiene Colombatto.
La Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (FADA), publicó en mayo pasado los resultados del “Indicador de precios” para carne bovina, leche, queso cremoso y pan.
De acuerdo con el informe, el productor ganadero participa de un 30 % del precio de la carne, el triguero menos del 10 en el pan y, el tambero 26 y 29 % para la leche y el queso en góndola respectivamente.
En la cadena de la leche, en el tambo volvió a sonar la alarma, ya que el precio que se le pagó al productor no alcanzó para cubrir los costos. El tambero recibió $ 5,76 por litro y tuvo más de $ 6,49 de costos e impuestos por lo que perdió más de 0,73 centavos por litro.
La situación de la actividad tambera empeoró, ya que a mediados del año pasado perdía menos por cada litro de leche. En tanto, en la góndola el precio de la leche al consumidor se multiplicó casi 4 veces desde que la leche sale del campo hasta que se vende al público. El productor tambero debe vender 3,65 litros de leche para comprar un sachet en el supermercado.
La sequía también generó un rojo en la cadena de la carne. El feedlot perdió $ 1,21 por kilo de animal en pie, también por el aumento en los granos que conforman las raciones diarias de los animales. En el mostrador, el precio de la carne se multiplicó casi 3 veces más (2,7) desde el ternero hasta el precio que paga el consumidor.
En cuanto al pan, el precio se multiplicó 8,9 veces desde que el trigo sale del campo hasta que se convierte en pan. En relación a los costos en la cadena del trigo-pan, una de las cuestiones que se advierten es que los fletes aumentaron un 33%, comparando con un año atrás. El productor agrícola debe vender casi 11 kilos de trigo para adquirir 1 kilo de pan en la panadería.
“La realidad indica que el sector agropecuario empuja el país hacia delante y que los productores arriesgan como nadie, aunque ese esfuerzo no se vea reflejado del todo en el resultado económico final”, señala Bocalandro.
“Este detalle, que deja blanco sobre negro en los números de la producción, es simplemente necesario para menguar los discursos de artificio de algunos sectores político-ideológicos que intentan demonizar a los productores e incluso han llevado sus posiciones más extremas a la prohibición de la actividad agrícola a casi 20 mil hectáreas de Gualeguaychú, en un acto irrazonable y discrecional”, remarcó Colombatto.
“Sencillamente, los productores no somos los culpables de nada. Somos un engranaje histórico, necesario y fundamental del país. No entenderlo es ir conspirar contra el motor, que con crisis o sin crisis, nunca se apaga y sigue marchando”, afirmaron desde la SRG.