Por la Gracia de Dios, vamos culminando un año más de vida, de trabajo, de ilusiones y de las otras también.
Un 2016 que nos probó el temple a todos, grandes, medianos y chicos. Sequías, importantes lluvias, fuertes calores y muy bajas temperaturas; y resistimos!!!
Estamos con el cuero duro de tantos embates climáticos e impositivos.
Es momento de generar expectativas, esperanzas de que realmente nos encontremos con un año mejor.
Pensemos que lentamente volveremos a crecer en todos los aspectos: sociales, económicos, educativos; sin mayores diferencias, sin corrupción, con menos excluidos.
Es sabido que esto no se logra sin esfuerzo, pasión, trabajo, dedicación, perseverancia y con una gran cuota de paciencia. Pero con estos talentos puestos al servicio, debemos saber que seremos parte de esa transformación productiva que cambie la vida de los argentinos.
Desde nuestro lugar de lucha, estamos convencidos que el campo volverá a ser la rueda que ponga en movimiento al país; tratando de dejar atrás los recuerdos que nos supieron entristecer los últimos años, pero no olvidando a todos aquellos que vieron perdidos los esfuerzos de gran parte de sus vidas, por no ser escuchados ni valorado los frutos de sus trabajos.-
Por ellos, nos debe hervir la sangre, como institución gremial de mantener los reclamos, para que aquellos que no poseen voz y tienen pocas posibilidades de defenderse, puedan permanecer en el circuito productivo.
Culmina un año positivo para nuestra entidad en varios aspectos: no bajamos los brazos en la acción gremial, intentamos permanentemente mejorar los servicios, la comunicación y hemos estado siempre abiertos al diálogo.
Mucho queda por hacer, pero mantenemos firme el compromiso de no abandonar los objetivos propuestos.
A nuestros asociados y a toda la familia rural, a los medios de comunicación que fueron mostrando nuestro accionar, a nuestro personal y especialmente a mi comisión directiva por estar siempre, les deseo una muy feliz Navidad y brindemos para que se cumplan los deseos de una Argentina más justa.
Con afectuoso cariño, Raúl Sobredo